Tal vez me esté dejando llevar por la emoción de la maravillosa interpretación del irlandés Liam Neeson, tal vez me esté dejando llevar por el cariño profundo que le tengo a la isla verde, tal vez me esté dejando llevar por una película, pero he aquí otro de mis héroes. A pesar de empezar como el ideólogo de la lucha terrorista y creador del Irish Republican Army, acabó demostrando su lado más humano, el de un hombre que buscaba la libertad de su pueblo y la paz. Otro día hablaré de por qué el caso vasco no es comparable al irlandés. Traicionado por los seguidores de De Valera, de padre español, Michael es un héroe para Irlanda y para mí. Un patriota que fue atrapado por la corriente de la lucha sanguinaria por el poder de la naciente República. Él luchó por su pueblo, por emanciparse del Imperio, sacrificó su vida, vivió y murió por sus ideas. ¿Hay algo más grande que eso? Su funeral se quedó corto, igual que el de Émile Zola, es poco homenaje para hombres tan majestuosos. Es patrimonio de esa nación que vio la luz en su memoria. Eran otras épocas, hoy hombres así no existen, los patriotas, por ejemplo que se dicen en País Vasco son crueles asesinos que matan al que quieren y no a colaboradores de opresores, cuando España no oprime, cuando España no encarcela sin motivo, cuando España no niega sus derechos ni tortura. Como todos los héroes, consigue que los hombres le sigamos, consigue que veamos a través de sus ojos y oigamos a través de sus oídos, consigue que veamos un pequeño sueño al alcande de la mano. Unos con un balón, otros con unos guantes de boxeo, y otros desde las farolas del callejero político. Siento que me quedo corto y que no puedo expresar todo lo que siento cuando pienso en Michael, pero él habla por sí mismo. Tal vez me deje llevar por Liam Neeson, o tal vez por el Sunday Bloody Sunday...
3/05/2007
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